Luque y Delgado (2002) definen esta diversidad como “la posición social definida por la combinación de nivel de ingresos, nivel educativo, tipo de ocupación e historia familiar.”
Los estudiantes de familias con bajo nivel socioeconómico suelen obtener resultados más bajos que aquellos estudiantes que provienen de familias con niveles socioeconómicos medios y altos, pueden mostrarse más cansados y con dificultades de concentración y suelen ausentarse más de la escuela.
Todo esto es producto de retos potenciales tales como:
Esta dimensión de la diversidad abarca tanto aquellos estudiantes que no hablan el idioma oficial de la escuela (frecuentemente el Español en el caso de México) como aquellos cuyo nivel de inglés difiere con el esperado para el grado académico (en las escuelas bilingües o que imparten el inglés como segundo idioma).
Es importante entender la diferencia entre lenguaje social y lenguaje académico. A un docente le puede parecer contradictorio que un estudiante que parece ser competente en Español cuando habla con sus amistades en el patio le resulte difícil comunicarse o entender el contenido en clase y entonces asumir que se trata de una falta de interés o de un problema de aprendizaje. (IRIS, 2013).
La Organización Mundial de la Salud (OMS), define a la familia como el “conjunto de personas que conviven bajo el mismo techo, organizadas en roles fijos (padre, madre, hermanos, etc.) con vínculos consanguíneos o no, con un modo de existencia económico y social comunes, con sentimientos afectivos que los unen y aglutinan”.
Donde antes solo se podía hablar de la familia nuclear (papá, mamá e hijo/s), actualmente tenemos otros tipos de familia: las familias biparentales sin hijos, familias biparentales con hijos, familias homoparentales, familias reconstituidas, familias monoparentales, familias de acogida, familias adoptivas y familias extensas.
De acuerdo a la FELGTB, «ésta revolución social tiene que pasar necesariamente a las aulas para que todos los menores vean reconocida la realidad de su hogar en el sistema educativo y para que el conjunto del alumnado sepa y conozca que son múltiples las formas de poder constituir una familia».
De acuerdo a CONAPRED (2016), la diversidad sexogenérica se refiere a «todas las posibilidades que tienen las personas de asumir, expresar y vivir su sexualidad, así como de asumir expresiones, preferencias u orientaciones e identidades sexuales. Parte del reconocimiento de que todos los cuerpos, todas las sensaciones y todos los deseos tienen derecho a existir y manifestarse, sin más límites que el respeto a los derechos de las otras personas.»
Según el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el sida (2015), la diversidad sexual tiene tres dimensiones: