De acuerdo a la UNESCO (2012), la exclusión educativa no implica solamente la existencia de “niños no escolarizados”, sino que se presenta cuando una persona:
Está privada de las perspectivas vitales necesarias para aprender. Ya sea que viva en condiciones impropias para la salud y el bienestar, al carecer de vivienda, alimentación y vestimenta adecuadas, o porque vive en condiciones de desprotección o inseguridad.
Está excluida del ingreso en una escuela o un programa educativo. Ya sea porque no puede pagar los gastos de inscrpción o colegiatura, no cumple con los requisitos para su ingreso o su vestimenta es considera inapropiada por la escuela.
Está excluida de la participación regular y continua en la escuela o un programa educativo: Por ejemplo, porque la escuela o el programa están demasiado lejos , deben trabajar o por problemas de salud.
Está excluida de experiencias interesantes de aprendizaje. Porque la enseñanza no corresponde a las características del estudiante o su forma de aprender; porque la lengua de instrucción y los materiales didácticos no son comprensibles; o por experiencias negativas como discriminación, intimidación o violencia.
Está privada del reconocimiento del aprendizaje realizado. Porque no se reconoce el aprendizaje adquirido en un programa informal a la hora de ingresar en un programa formal o porque no se acepta el aprendizaje realizado para obtener una titulación.
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Causas de la Exclusión Educativa
La Estrategia Nacional para Educación Inclusiva (2019) reconoce la siguientes causas de exclusión educativa:
La oferta educativa disponible orilla a los estudiantes más vulnerables a ingresar a escuelas menos equipadas o con los profesores menos preparados.
Currículos diseñados con un estudiante de clase media urbana en mente, dando por resultado una educación que carece de pertinencia cultural.
Prevalencia de determinadas normas y políticas excluyentes.
Por ejemplo: Impedir el acceso a personas con discapacidad o la inscripción escolar de niñas y niños sin acta de nacimiento.
Infraestructura, equipo y materiales insuficientes.
Por ejemplo: Carencia de rampas, materiales en formatos accesibles para personas con discapacidad visual, o de materiales, señalamientos o libros en lenguas indígenas.
Prácticas educativas muy arraigadas que esconden sutiles sesgos discriminatorios:
Creer que los estudiantes en situación de pobreza o aquellos con discapacidad, tienen limitaciones intrínsecas que les impiden sobresalir académicamente y por ende se tienen bajas expectativas.
Creer que las mujeres son poco aptas en disciplinas como ciencias y matemáticas o los deportes.
Centrar la atención e interés en los estudiantes que tienen un mejor desempeño, ignorando a los demás.